Tú no sabías, mi Viejo, que al escoger mujer
para ser tu pareja, estabas eligiendo a un Ángel para ser mi Madre… tampoco sabías,
cuando engendraste a tus hijos, que el
mayor iba a ser mi maestro y mi guarda, y
que la menor iba a ser una luz que aún hoy me ilumina…
No sabías, viejo enojón, cuánto miedo me dabas,
y sin embargo sentía que nadie osaría
intentar lastimarme porque ahí estaba mi Superman para resguardarme…
Y ¿cómo ibas a saber que un día nos tomaríamos la copa como
camaradas, y que me dirías lo mucho que me amas?
Te escribo en presente, mi Viejo, porque aún te
veo cada día cuando me rasuro, cuando me lavo la cara
y me quito las lagañas… porque seguro que no lo sabías, que me heredaste tu
mirada. Esa mirada triste, la que tos
ojos tenían en tus últimos días, no sé
porqué…
Tal vez porque no sabías que habías cumplido con creces, que muchos te
amaron por cómo eres: regañón, orgulloso, gritón, pachanguero, Cruz Roja,
generoso, protector, obsesivo, candil de la calle y de todos lados… Tu no sabías
que un día mi Madre diría “¿Por qué no saliste como tu Padre? Él tan
trabajador, responsable, puntual, ahorrativo” Cuántas virtudes que en su
momento no comprendimos…
Te escribo en presente porque si no lo sabías,
te extraño, y extraño tu olor a limpio, tu olor a loción, tu olor a Papá…porque
sigues vivo, porque quisiera escuchar tus regaños, porque me haces falta….
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