Me confesó que la mirada de un hombre en su cuerpo puede hacerla sentir despreciable o puede encender el deseo...
Me dijo también que a su entender, sólo el principio (un beso) y el final (un orgasmo) de una unión pueden ser compartidos, y que cada contacto en medio de tales extremos debe ser otorgado uno a la vez, y sólo por uno, para que pueda ser disfrutado por los dos...
-Cuando beses mi cuerpo -me djio- yo estaré recibiendo de ti, atenta a las sensaciones que tus caricias me ocasionen, pues no quiero perderme un segundo de ti... Recorre con tus manos y con tu boca cada parte de mi, disfruta de mi esencia, que mis sentidos estarán sólo para percibirte...
-Cuando toque mi turno -siguió diciendo- yo quiero gozar de lo que tu contienes y de lo que en tu cuerpo provoquen mis manos... recibirás mis caricias y tu atención será sólo para ellas... No me toques entonces, sólo siente... goza de las sensaciones que logre arrancarle a tu piel, embebida de tus sabores y olores, de tus gemidos incluso...
-Cuando llegue el momento preciso nuestros cuerpos nos avisarán... esperaremos cada uno hasta el punto de no retorno, y cuando la explosión sea inminente, volveremos a compartirnos, para acentuar la fiebre, para multiplicar las sensaciones, para que el viaje final se haga en nuestros cuerpos..
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