Irreflexiones...

La irreflexión es una inconsciencia, un acto reflejo, una efímera emoción... es no pensar, sólo sentir, sólo expresar sin compromiso con la verdad o la razón.. Es espontánea, repentina y volátil sabiduría -y cuyo sinónimo es ignorancia- que surge en un segundo para luego impunemente desaparecer, sin detenerse a observar los estragos que provoca...

domingo, 24 de enero de 2010

Recuerdo roto

Era un recuerdo vago, hermoso, lejano. Yo mismo me habia encargado de adormecer los sentidos, de alejarme para no sentir... para no pensar, para no desear. Pero la vi, me vio... y no pudimos ocultar la alegría que el encuentro nos brindaba... Se arrimaron los aromas, los recuerdos, y la pasion despertó... ¡tanto que había rogado a mi alma para que eso no sucediera! fueron años de vagar por el mundo sin rumbo, sin meta, sin ganas, hasta que, hace algunos, opté por no volver, dejarla volar, dejar a las almas cicatrizar del amor mas grande y doloroso... hoy sé que ella me acompañará por siempre, porque está en cada célula viva, en cada acción, en cada pensamiento.. en cada latido.

Al abrazo efusivo siguió la charla, ligera al principio, cada vez más íntima. Ella -como todos- habia sufrido en estos años de ausencia los sinsabores que dejan las desgracias familiares, y lloró al platicarlo... en un impulso llevé mi mano a su mejilla para atrapar la lágrima y beberla...ella sonrió. Tomé su mano y le dije que llorar es bueno, que sabía aún a miel a sal, me acerque a besar su fente... ella no se apartó. Alcanzábamos a percibir cada uno la emoción del otro, y de pronto, al pensar en mis últimos años entendí que no vivía... que había arrastrado conmigo a otras mujeres en mi desesperada huida... entendí cuánto mi corazon anhelaba esta prisión... Esta cercanía derribó barreras, volvi a sentir su calor y a desearla, volvian mis brazos a llenarse de ella, que cerraba sus ojos para que yo no descubririera en ellos el placer que sentía... pero ya eramos viejos conocidos y pareció recordar que con solo escuchar su respirar sabía si las caricias estaban dando en el blanco...

Nos besamos, y al hacerlo nos miramos a los ojos. En esa mirada, y en el contacto de nuestros cuerpos, nos dijimos muchas cosas: nos dijimos cuánto nos amamos... nos dijimos también que no era el momento... Nos dijimos que no importaba el tiempo, nos tendriamos para siempre y eso debiera calmar nuestras angustias... Nos dijimos que este encuentro era lo mejor que nos podía haber pasado, y que, a pesar de ser pecado, lo vivido juntos sólo tenía que ver con lo divino, y que nunca nada ni nadie impediria que siguieramos siendo lo mejor que nos había pasado.

Y que algún día Dios nos tendría reservado para ya no separarnos...

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